NUESTRA VISIÓN

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martes, 24 de junio de 2008

¿HUMIL-QUÉ?


La humildad debe ser un distintivo de aquella persona que se identifica como cristiana. ¿La razón? Jesús se definió a sí mismo como “manso y humilde de corazón”, de aquí que, como ser cristiano es ser un seguidor de Jesucristo, todo cristiano está llamado a ser humilde.
La humildad consiste básicamente en tener un concepto sano y modesto de nosotros mismos y de los demás. Tiene que ver con aceptar nuestras limitaciones, reconocer nuestros errores y aprender a ser sensibles hacia las debilidades de otras personas.
Existen dos maneras principales de aprender a ser humildes; la primera es por medio del reconocimiento de la grandeza de Dios, y por consiguiente de nuestra propia pequeñez. Es asumir que nosotros no somos el centro el universo y dar el lugar que corresponde a Dios y los demás en nuestra vida. La segunda, es la manera difícil, es experimentar en nuestra propia carne los resultados de la falta de humildad. Proverbios 16:18 dice que “antes del quebrantamiento es la soberbia…”. Definitivamente, si una persona no está dispuesta a aprender humildad de la manera fácil, tendrá que hacerlo de la manera difícil.
La humildad produce descanso en el corazón humano; porque dejamos de pelear con Dios, porque dejamos de aparentar que todo está bien cuando no lo está, porque renunciamos a una postura intransigente sobre algún punto.
Por otro lado, la falta de humildad (soberbia, altivez, orgullo, autosuficiencia) produce carga y dolor al corazón.
Después de todo, los que conocen a Dios son humildes, y los que se conocen a sí mismos no pueden ser orgullosos.
Tomado del mensaje dominical

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