En todas las ocasiones en las que Dios asigna una misión a su pueblo queda evidenciado que Él nunca nos asigna un desafío sin brindarnos en primer lugar Su majestuoso apoyo. Cuando nosotros entendemos que debemos someternos a los proyectos soberanos de Dios debemos también entender que Él nos ayudará a superar los mayores obstáculos que eso conlleva.
Cuando entendemos que Dios viene con nosotros en la conquista de los proyectos más desafiantes podemos declarar lo que dijo Caleb previo a la conquista de la “inalcanzable” tierra prometida: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.” (Num. 13:30)
No es tan importante la naturaleza o grandeza de los obstáculos que enfrentemos. Lo verdaderamente importante es la grandeza y majestuosidad de quien nos acompaña en nuestra travesía. Dudar del acompañamiento de Dios y doblegarnos ante la supuesta grandeza de los obstáculos es una gravísima ofensa a Dios.
En cada ocasión en la que dudamos en obedecer a Dios porque consideramos que simplemente no tendremos éxito en los proyectos de Dios estamos al mismo tiempo reconociendo la incompetencia de Dios para superar las adversidades.
No ofendamos a Dios, no ofendamos su poderío, no dudemos de su acompañamiento. Entreguémonos con toda nuestra fuerza a la conquista de San Salvador porque más podremos nosotros que todos ellos. Que Dios nos bendiga y nos prospere en la misma medida en que nos sometamos a Sus proyectos soberanos para nuestra amada iglesia.
Cuando entendemos que Dios viene con nosotros en la conquista de los proyectos más desafiantes podemos declarar lo que dijo Caleb previo a la conquista de la “inalcanzable” tierra prometida: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.” (Num. 13:30)
No es tan importante la naturaleza o grandeza de los obstáculos que enfrentemos. Lo verdaderamente importante es la grandeza y majestuosidad de quien nos acompaña en nuestra travesía. Dudar del acompañamiento de Dios y doblegarnos ante la supuesta grandeza de los obstáculos es una gravísima ofensa a Dios.
En cada ocasión en la que dudamos en obedecer a Dios porque consideramos que simplemente no tendremos éxito en los proyectos de Dios estamos al mismo tiempo reconociendo la incompetencia de Dios para superar las adversidades.
No ofendamos a Dios, no ofendamos su poderío, no dudemos de su acompañamiento. Entreguémonos con toda nuestra fuerza a la conquista de San Salvador porque más podremos nosotros que todos ellos. Que Dios nos bendiga y nos prospere en la misma medida en que nos sometamos a Sus proyectos soberanos para nuestra amada iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario