NUESTRA VISIÓN

Nuestra Visión: Ser una iglesia en crecimiento, apasionadamente comprometida con Cristo.



lunes, 15 de febrero de 2010

VIVIENDO EN EL MUNDO DE LA INDIFERENCIA


Vivimos en días en los que las personas se interesan cada vez menos en los demás. Parece que el dolor y la necesidad ajena son cosas con las es mejor no complicarse. La persona promedio piensa: “Ya tengo suficientes situaciones que resolver como para echarme las cargas de otros sobre mis hombros”.
Cuando recordamos como el Señor Jesús resumió la ley, lo hizo dando al tema del amor un nivel preponderante; amar a Dios sobre todo, y al prójimo como a uno mismo. Es el amor lo que hace que las cosas buenas ocurran, y es la falta de amor la que desencadena toda clase de dolor y sufrimiento.
Dios es amor, su naturaleza es el amor, por amor el Padre envío al Hijo al mundo para que fuera nuestro sustituto en la cruz. Por amor el Hijo murió voluntariamente para darnos redención. Sin amor nada de esto hubiera sido posible.
Como discípulos de Jesús somos llamados a amar a Dios, pero también a amar a nuestro prójimo. El amor es parte del fruto de Espíritu Santo y un aspecto distintivo del carácter que se espera de cada creyente. El problema es que la palabra amor se ha devaluado, se ha vuelto tan común que se aplica a casi cualquier cosa.
Hoy día hay la gente dice amar a su perro o a su equipo deportivo. Incluso hay quienes aman salir a pasear al campo o hasta alguna comida en particular y sin embargo, son incapaces de amar a las personas.
Cuando cooperamos con el Espíritu de Dios para que haga su obra en nosotros, Él nos transforma a la imagen de Cristo. El amor hacia otros se vuelve ya algo natural, genuino y nos mueve a expresarlo a través de acciones concretas encaminadas a bendecir sus vidas.
Es posible que una persona que decida vivir de esta manera no pueda transformar al mundo entero. Pero claro que puede transformar su mundo con el amor de Dios fluyendo por medio de ella y llegando hacia otros de maneras creativas y siempre oportunas. Recuerde, el fruto que produce el Espíritu Santo en nosotros es amor…
Miguel Ángel López H.

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