PLENA SATISFACCIÓN

Por la vida encontramos a muchas personas excelentes y trabajadoras. Encontraremos a personas que venden automóviles, albañiles, gente que trabaja en oficinas y maestros que a pesar de la dedicación a sus carreras y empleos, tienen la sinceridad para confesar que su ocupación no les brinda la realización para satisfacer las necesidades más profundas de su ser.
Muchos de ellos salen de su trabajo cada día sabiendo que han honrado a Dios al ser responsables y honestos pero muy pocos llegarán a su casa con una desbordarte satisfacción diciendo: “¡En esto consiste la vida!”.
Servir a Dios va más allá de tener una actividad en la que nos involucramos en la iglesia. Tiene que ver con ampliar nuestra visión y darnos cuenta que no se trata de dar una clase de Biblia el domingo; se trata de sembrar la semilla de la Palabra de Dios en pequeños corazones esperando que con el pasar del tiempo, esta siembra produzca mucho fruto. No es sólo el hecho de ayudar manejando cables y ecualizando sonido; es más bien una tarea que ayuda a que la iglesia tenga una mejor percepción del mensaje de Dios por medio de las alabanzas y la predicación. No es sólo el hecho de colaborar en el parqueo; es la oportunidad de servir a los hermanos para que ellos disfruten del servicio con la tranquilidad de que sus vehículos están siendo vigilados.
Estas y otras acciones, sí producen una satisfacción que llena el alma y nos da la certeza de que nuestro viaje por la vida está siendo invertido en cosas que tienen que ver con la eternidad. Para esto fuimos diseñados por Dios, y nuestra alma encuentra realización cuando hacemos aquello para lo que Él nos creó.