COMUNIÓN CON OTROS CREYENTES: BENDICIÓN DE DOBLE VÍA

Cuando observamos el relato bíblico con detenimiento, nos damos cuenta que usualmente Dios cumple sus propósitos a través de personas. Desde el principio de los tiempos, Dios llamó a hombres y mujeres para que fueran los agentes por medio de los cuales Él cumpliría sus planes.

En el Nuevo Testamento, sobre todo en las epístolas, nos encontramos con muchas exhortaciones dirigidas a los creyentes para que se ocupen en acciones dirigidas hacia otros hermanos en la fe.
Un aspecto muy importante de reconocer es que, muchas de esas exhortaciones tienen que ver con acciones que normalmente son atribuidas a Dios, por ejemplo: brindar consuelo, infundir ánimo y proveer fuerza para sobrellevar las cargas de la vida.

Lo anterior nos muestra que nuestro Dios está dispuesto a bendecir a sus hijos con estas acciones pero quiere hacerlo a través de otros creyentes. Es por esta razón que el plan de Dios incluye de forma muy clara que los cristianos desarrollen relaciones profundas y significativas con los hermanos en la fe. Es en medio de ese compañerismo que Dios derrama toda clase de bendiciones sobre su pueblo. El salmo 133, un salmo conocido en el que se resaltan los beneficios de que los “hermanos habiten juntos en armonía” nos recuerda que es allí (en ese ambiente de compañerismo) que Dios envía bendición y vida eterna.

La vida cristiana integral y saludable necesita de la comunión con la familia de Dios. Esta relación nos permite experimentar bendición de doble vía; por un lado, somos edificados y ministrados por Dios a través de los hermanos. Y por otro, Dios nos usa como sus instrumentos para bendecir a los demás.

En este nuevo año fije el rumbo de su vida dando especial valor a este aspecto tan importante y por lo tanto aprovechando toda oportunidad que tenga a su disposición. Recuerde que de esto depende en buena medida el desarrollo integral de su caminar en el Señor.